La experimentación parapsicológica parece demostrar que existen, entre el Universo y el hombre, relaciones distintas de las establecidas por los sentidos habituales.
Todo ser humano normal podría percibir los objetos a distancia o a través de los muros, influir en el movimiento de los objetos sin tocarlos, proyectar sus pensamientos y sus sentimientos en el sistema nervioso de otro ser humano, y, en fin, conocer a veces el porvenir.
Sir H. R. Haggard, escritor inglés muerto en 1925, en su novela Maiwa's Revenge, hace una descripción detallada de la evasión de su héroe, Alian Quatermain. Éste es capturado por los salvajes cuando escala una pared rocosa. Sus perseguidores le tienen agarrado por un pie: él se libra disparándoles un pistoletazo paralelamente a su pierna derecha. Algunos años después de la publicación de la novela, se presentó un explorador inglés en casa de Haggard. Vino especialmente de Londres para preguntar al escritor cómo había podido enterarse de su aventura en todos sus detalles, pues no había hablado de ella a nadie y quería ocultar aquella muerte.
En la biblioteca del escritor austríaco Karl Hans Strobl, muerto en 1946, su amigo Willy Schrodter hizo el siguiente descubrimiento: «Abrí sus propias obras, alineadas en un estante. Entre sus páginas, había numerosos artículos de prensa. No eran críticas, como pensé en un principio, sino hechos diversos. Y advertí con un estremecimiento, que relataban acontecimientos descritos con mucha anticipación por Strobl.»
En 1898 un escritor de ciencia ficción americano, Morgan Robertson, describió el naufragio de un navío gigante. Este navio gigante desplazaba 70.000 toneladas, medía 800 pies y transportaba 3.000 pasajeros. Su motor estaba equipado con tres hélices. Una noche de abril, durante su primer viaje, chocó en la niebla con un iceberg y se fue a pique. Se llamaba: Titán.
El Titanic, que más tarde se hundiría en las mismas circunstancias, desplazaba 66.000 toneladas, medía 828,5 pies, transportaba 3.000 pasajeros y tenía tres hélices. La catástrofe ocurrió una noche de abril.
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Esto son hechos. Veamos ahora unos cuantos experimentos realizados por los parapsicólogos: En Durham, Estados Unidos, el experimentador tiene en la mano un juego de cinco cartas especiales. Las baraja y las saca una detrás de otra. Una cámara registra la operación. En el mismo instante, en Zagreb, Yugoslavia, otro experimentador trata de adivinar el orden en qué el otro ha sacado las cartas. Esto se repite millares de veces. La proporción de las adivinaciones es mucho mayor de lo que permite la casualidad.
En Londres, en una habitación cerrada, el matemático J. S. Soal saca cartas de un juego parecido. Detrás de una pared opaca, el estudiante Basil Shakelton trata de adivinar. Cuando se comparan los resultados, se advierte que el estudiante ha adivinado, también en proporción superior al azar, la carta que saldría en la manipulación siguiente.
En Estocolmo, un ingeniero construye una máquina que, automáticamente, arroja unos dados en el aire y registra en una película su caída. Los espectadores, miembros de la universidad, intentan mentalmente forzar un número determinado, deseándolo intensamente. Y lo logran en una proporción que el azar no podrá justificar.
Buen aporte...la mente humana es 7 veces más rápida que la velocidad de la luz. Todo el conocimiento superior a que nacemos, crecemos nos reproducimos envejecemos y nos morimos, ya se sale de la pseudo-ciencia y no se admite como una realidad, en este plano, desde luego que hay otros pero a "los de jehova" no les interesa gente que sepa nada más, gente despierta
ResponderEliminarDesde siempre se persuade al ser humano de que no posee ninguna cualidad psíquica, y si alguien lo descubre por si mismo se le tacha de loco o desequilibrado.
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